En Valencia, con Mafe. Ph: Clau
Después de un año, llegó el momento de volver al ruedo. En una de mis últimas entregas, ya lo había deslizado pero no di demasiados detalles. Bueno, acá va: hace cinco semanas volví a trabajar a tiempo completo. Chan!
Todo fue un largo (pero muy lindo) proceso. A fin del año pasado empecé a mirar las ofertas laborales que se publicaban y de a poco arranqué a aplicar. Pero no a todo. Mandé CVs sólo a trabajos que verdaderamente me interesaban.
En el medio tuve algunas idas y vueltas. Al principio me ilusioné con la idea de volver a una oficina, pero ya llevo unos cuantos años trabajando remoto y, a pesar de que muchas veces siento que necesito un espacio físico distinto para mis tareas, también es cierto que tengo una flexibilidad que me ayuda mucho a priorizarme y tener mis espacios.
Estuve pensando bastante qué compartir aquí sobre mi proceso. Creo que lo primero que se me viene a la cabeza es que me lo tomé como lo que acabo de decir: un proceso. Sabía que las cosas no se iban a dar de manera inmediata, tuve unas mini-crisis (of course), pero también me dejó muy tranquila no sentir esa urgencia de “volver ya”. Tenía un trabajo part-time (de hecho, sigo en él ☺️) y no quería hacer un cambio que me abrumara.
Cada historia sobre volver a trabajar a tiempo completo es única. Por eso, lo que les comparto a continuación son algunas claves de mi experiencia personal:
Pasar por procesos de entrevista me ayudó muchísimo para relajarme y aprender sobre mí misma: me di cuenta que las primeras veces estaba demasiado nerviosa, como si me jugara la vida por un trabajo y eso no me gustaba. A medida que fui teniendo más entrevistas, logré relajarme y empecé a ver todo más como charlas en donde las dos partes nos conocíamos. Creo que mi mayor aprendizaje de todo esto fue: SIEMPRE vayan a las entrevistas. Me lo dijo una amiga y fue el mejor consejo que me dieron. Esas conversaciones muchas veces abren espacios a oportunidades impensadas. En mi caso, apliqué a una posición de una organización periodística, llegué a la etapa final y no quedé. A las tres semanas me escribieron para conversar sobre otro puesto. El final del cuento es que resultó ser la posición en la que estoy ahora.
“Se vuelve rápido a la locura, pero es una locura distinta”: esto me lo dijo Gabi Manuli y me quedó grabado. Y un poco es así. De repente estás sentada frente a la compu de 9 a 18 nuevamente, los días se pasan rápido y los viernes termino más cansada que antes, pero es una locura con límites sanos. Lo que me da el pie a mi próximo punto :)
Resisto (y seguiré resistiendo) los espacios que construí en la pausa: me llevó mucho tiempo y esfuerzo construir hábitos saludables. Ya les conté que la cocina me relaja, hago ejercicio físico y también tengo momentos en donde disfruto del silencio y de un buen libro. Todos estos elementos me ayudan a disfrutar del día a día, a bajar la ansiedad semanal y a ir más lento.
Desde hace un tiempo, mis lunes los arranco a las 6:50 am para ir a pilates. Algo que creía completamente imposible unos meses atrás, cuando no me imaginaba empezando con mis actividades tan temprano. Sin embargo, de a poco fui notando que hacer ejercicio a la mañana me da más energías para empezar mi jornada laboral. Resumen: mis actividades personales no desaparecieron y siguen estando ahí.
Una vuelta progresiva al periodismo: no tomé una posición full-time, porque me gusta mucho mi trabajo en Producto en la ONG en la que estoy y prefiero las transiciones lentas a los movimientos rápidos y bruscos. Por el momento, trabajo 3 días por semana en periodismo. Hablé con las dos organizaciones para agrupar los días y no sentir tanto salto de un trabajo al otro. Todo esto para que mi cabeza y mi tiempo laboral tengan cierto orden. Esto me ayuda a mantener el foco y me funciona :)
Pude negociar lo que yo quería: de este proceso aprendí que todo se conversa y que no hay que tener miedo de hablar. En los dos lugares me escucharon, los dos entendieron que trabajaba a medio tiempo con cada uno y en los dos acordé mis working hours. Es cierto que a veces me paso, pero con la pausa también me quedó latente un proceso de autorregulación: me recuerdo automáticamente que tengo que cortar, salgo a caminar todos los lunes después del trabajo, apago la computadora y sigo con mis actividades sociales.
Tuve miedo: sí, me dio miedo volver a trabajar full-time. Creo que más que nada era miedo a sentir nuevamente que mis días eran levantarme e irme a acostar . También miedo a tener dos trabajos, a no tener tiempo para mí, etc. Y aunque solo pasaron un puñado de semanas, creo que lo importante es probar, ver cómo nos sentimos, ajustar y sobre eso recalcular, en caso de ser necesario. Nada es tan grave. Hay que sacarle un poco el drama y el componente emocional a algunas decisiones.
Hay dos cosas más que me gustaría mencionar. La primera, algo que también me dijo Gabi hace unos días cuando charlábamos por WhatsApp: “Aprendí a regular mis energías: eso ayuda un montón”. Y es cierto. A qué le ponés foco y cómo te tomás las cosas tiene un efecto en tu día.
Yo era de esa parte de la población global a la que el domingo a la tarde le agarraba el “bajón” del arranque de la semana laboral. Pensaba en la decena de tareas que tenía que encarar, me costaba dormirme pensando en ese listado y sentía que arrancaba los lunes “pesada”. A veces todavía me pasa, pero cuando sucede, me digo: “Una cosa a la vez y cuando sea el momento, no antes”. Parece una estupidez, pero eso me ayuda a disfrutar mejor de los fines de semana y siento que los viernes puedo desconectar para disfrutar de mis días libres.
Con S hablamos seguido de esa carga de los lunes a la mañana y todas las veces llegamos a la misma conclusión: “Los temas siempre se resuelven. Sabés que al final del día cerrás la compu y todo está ok. ¿Por qué ocupar la cabeza con preocupaciones innecesarias y que no son verdaderos problemas?”
El segundo punto está relacionado con el anterior. Como disfruto más de las cosas sin pensar en lo que viene, ahora armo planes diarios distintos y más espontáneos, que me llenan de felicidad. El último de ellos fue encontrarnos con Mafe (y Clau. ¡Hola Clau!) en Valencia el domingo pasado. Sólo fui por 6 horas. Me tomé uno de los primeros trenes de la mañana y poco antes de las 19 ya estaba de regreso a Barcelona. Llegué cerca del mediodía, recorrí la ciudad y tuvimos un almuerzo hermoso entre las tres que se extendió hasta casi las 18.
La Romina de antes de la pausa hubiera llegado mega cansada y con la cabeza puesta en preparar todo para el día siguiente. ¿Saben lo que hice? Crucé la puerta de mi casa y me puse a preparar un rico ceviche para la cena :)
365 días atrás lloré pensando que la pausa era un adiós para siempre a mi carrera tal como la conocía hasta ese momento. A la distancia, solo puedo pensar que era cuestión de tener un poquito más confianza en mí misma y de abrazar con todas mis ganas ese descanso que tanto había soñado.
PD: mis entregas de Dos tintas siguen. Aún queda mucho por contar :)
¡Hasta el próximo jueves!
❤️
Hace 2 años me he encontrado en un largo proceso de entrevistas y el aprendizaje es genial. Es fundamental que se convierta en una charla de intercambio y no en una situación de stress/presión.