Siempre es un buen día para empezar... a hablar de dinero. Barcelona 2025.
Lo que van a leer a continuación lo escribí hace casi tres semanas y lo edité no menos de cuatro veces. Hay una razón. Hablar de dinero nunca es fácil.
En este texto comparto un poco mi experiencia, algunas reflexiones personales y un puñado de ideas o comentarios de amistades y colegas que me hicieron pensar desde otro ángulo el tema del dinero.
Mi deseo es que luego de leer esta entrega de Dos tintas, muchas más personas, especialmente mujeres, negocien y hablen de sus salarios.
Así comienza esta historia.
Pasás 4/5 entrevistas de trabajo y se acerca el momento de hablar del salario. Llega el mail preguntándote cuál es tu remuneración pretendida. Tenés una idea, pero no es muy definitiva. Pensás un número, hablás con uno o dos conocidos (si lo hacés), redactás el correo y le das send rápido, como con un poco de miedo.
¿Alguien puede decirme por qué no hablamos más de dinero?
Lo primero que quiero contarles es que a lo largo de mi carrera muchas veces acepté ofertas de entrada, otras tantas pedí ajustes y algunas veces subestimé el trabajo que iban a llevarme mis consultorías y cobré menos de lo que tenía que cobrar. Hoy por hoy, negociar salarios u honorarios por mi trabajo sigue siendo un work in progress, pero ahora soy un poco más consciente y me fuerzo a hablar del tema sin vergüenza.
Hay una razón clave. Tomarme una pausa sin un full-time y trabajar en el mundo de las consultorías me obligó a poner más foco en el dinero. Cuando no tenés un trabajo fijo, tenés que planificar tus finanzas. No queda otra. Además, cuando trabajás por tu cuenta, sos tu propia empresa y tenés obligaciones, como pagarle a Hacienda todos los meses.
A lo largo de mi carrera acumulé varios aprendizajes. Por ejemplo: hace unas pocas semanas con Mafe hablábamos sobre la importancia de fijar cronogramas claros en las consultorías, pero también pensar en un límite de horas de dedicación. De lo contrario, entramos en loops eternos de trabajos que se extienden, no podemos aceptar otros y se nos complica tener descansos intermedios, algo que era clave en mi pausa.
¿Cuántas veces dijiste NO a asumir una mayor carga laboral?
La experiencia también me enseñó que negociar salarios tiene mucho que ver con aprender a decir “No”. Y decir “No” tiene mucho que ver con definir tus no-negociables. Es decir, aquellas cosas que sabés que no vas a aceptar porque te sacan del camino que querés seguir.
Sobre este tema, y casi a mitad del año pasado, Mafe me dijo algo así como: “Romi, ¿cuáles son tus no-negociables en este proceso de pausa?” Y eso me hizo pensar bastante. En aquel momento definí que mis no-negociables eran dos: no tomar trabajos de periodismo por un año y no aceptar consultorías a corto plazo que amenazaran mis 2-3 días de la semana libre.
Estos elementos fijaban una posición respecto al dinero: yo tenía claro que el trabajo que me llegara podía ser el trabajo mejor pago del mundo y el más lindo, pero si era en periodismo o me hacía volver a mi ritmo semanal full-time mi respuesta iba a ser “No”. Y no iba a moverme de eso durante el período de mi pausa. Mantenerme firme en esto fue una de las cosas más difíciles que hice durante este tiempo, pero ahora que de a poco he decidido abrirme de nuevo a la posibilidad de tener un full-time y a trabajos periodísticos, me siento mucho más segura de mis “Sí”.
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Debo confesar que en este camino también pronuncié algunos “No” dolorosos. He recibido ofertas para hacer trabajos que me parecían increíbles, pero donde la paga era mínima sacando impuestos y decidí no hacerlos.
¿Me costó? Muchísimo, pero créanme que practicar el “No” ayuda a sacarle ese peso a la palabra.
Y hay maneras y maneras de decirlo.
En mi caso, los “No” actuaron como escudo protector para priorizarme. Porque como les digo a mis amigas: “Decir no, es decirse sí a una misma”.
Los procesos de negociación también me hicieron ver que el dinero no es lo único a conversar y que existen otras variables que pueden ponerse sobre la mesa. Una amiga me dio una idea brillante hace poco: si no podés negociar el salario, negociá las condiciones. Por ejemplo, pedí menos horas a la semana por la misma remuneración. Algo así como: “Por ese monto puedo ofrecerte 4 días a la semana”. Su comentario se alinea con lo que me dijo Ana Belén Penna, amiga y experta en Talentos, a quien entrevisté para este texto:
"Hay que hacer un mini análisis de los lugares donde aplicás y evaluar también los beneficios. Por ejemplo: hay personas que en un determinado momento de la vida prefieren ganar menos y tener más tiempo libre (...) Preguntate que es importante para vos y ponelo en contexto”
Perdón si esto que te cuento suena obvio, pero hasta hace poco yo misma tenía escasa conciencia de estas cosas. Otra persona de mi network me enseñó que los títulos de trabajo también se pueden conversar –especialmente en esos casos en los que vemos que quien escribió el puesto no tiene mucha idea de lo que es.
La mejor jefa que tuve me dijo que siempre, pero siempre, hay que pedir la descripción del puesto clara y por escrito: qué tareas implica y cuáles no. Algo que resulta evidente, pero que pocas veces se tiene a mano formalmente más allá de la publicación del aviso de búsqueda.
Ese listado es un instrumento de negociación clave para pedir ajustes salariales o revisar con nuestros mánagers qué tareas se corren de las acordadas inicialmente.
Sobre cuánto vale tu hora de trabajo
Hace unos días me crucé con un post de Marta Lavanda que me hizo reflexionar bastante. Una de las cosas que más me impactó es cuando explica que su relación con el dinero ahora la piensa de manera distinta.
Si bien al principio su forma de medirlo tenía que ver con cuánto dinero costaba su hora de trabajo, hoy por hoy eso cambió a “cuánto tiempo vale su hora”, porque su objetivo principal en la vida es tener más tiempo para ella:
“Y cada vez cobro más caro, no por ganar más dinero, sino por ganar el mismo pero teniendo más tiempo”.
Fijar un costo de hora para nuestro trabajo siempre es difícil. Todo depende de múltiples factores y esos factores varían de persona a persona. Sin embargo, hay un par de cosas que aprendí en estos años:
Cada vez que puedo evito cobrar por producto (reporte, investigación académica, etc.). No siempre es posible, pero cuando uno cobra por un entregable es más fácil equivocarse y subestimar el tiempo que algunas cosas pueden llevarnos. Incluso, estimando bien, siempre pueden aparecer cosas que no vimos de entrada.
Presto particular atención a la moneda en la que se paga el trabajo. Los bancos pueden agregar cargos adicionales si se abona en una moneda distinta a la local y también está el tema de la conversión y los movimientos del mercado (¡Hola situación actual de aranceles!). En ambos procesos, tu dinero “se va licuando” y lo que parecía OK en términos de honorarios, puede no serlo tanto. Consultá si la organización puede pagarte en tu moneda local, si eso te beneficia. Dependiendo de tu situación, también podés establecer una tarifa fija para protegerte de las fluctuaciones.
Tengo mucho cuidado en cobrar menos de lo debido cuando algo me apasiona. Cada vez que aparece algo que me emociona, quiero sumarme de entrada y a veces tengo que obligarme a parar y pensar el tema del dinero más detenidamente. En estos momentos siempre me digo: “Romina, ¿cuándo viste que la pasión pagara internet u otros servicios o impuestos?”.
Todo esto puede resumirse en algo que me dijo Penna Pan sobre negociar salarios u honorarios: “Hay que negociar sin miedo y sin vergüenza”. A lo que agregó:
“La narrativa, es decir, cómo construimos ese discurso de negociación, importa. Hay que descentralizar el proceso de negociación del ámbito de las emociones y lo personal (...) Hay que tener un discurso más empático y factual”
Para Cerrar…
No sigo y no tengo ni idea quiénes son los influencers que hablan de dinero. Suelo alejarme de los que te dicen lo que tenés que hacer como si estuviera escrito en piedra o los que te dan “5 consejos a la hora de..”. Todos tenemos circunstancias y vidas distintas, y las fórmulas solo funcionan en un mundo perfecto.
Mis amistades, colegas más cercanos y algunos ex compañeros de trabajo son mis mentores de finanzas. Gracias a esas charlas veo otros escenarios posibles sobre el dinero, algo que sigue siendo bastante tabú.
Perdón que te mande audio, pero necesito tu consejo
Ese es el mensaje que les envío cuando estoy a punto de tomar una decisión importante pero necesito otra mirada, cuando creo que estoy pidiendo menos de lo que me corresponde o cuando quiero pedir más y no sé cómo. A veces me equivoco y aprendo, otras me pongo feliz de haber empujado un poquito más. Pero de lo que nunca me arrepiento es de haber hablado de dinero.
Por menos tabú y más charlas honestas. Siempre.
¡Hasta el próximo jueves!
(Si querés compartir tu experiencia, alguna idea o recomendación sobre este tema, nos encantaría leerte en los comentarios)
Es increíble como el tema del dinero siempre pareciera ser un tema sensible y nos hace dudar de nuestras propias capacidades!! Gracias por compartir tus aprendizajes en relación a este tema 🤓
Un aporte fundamental a una temática tabú.