"Casi nunca sé en qué momento voy a escribir ni cómo va a terminar la cosa"
11 preguntas para Romi
Como les contamos la semana pasada, después de casi cuatro meses, pensamos que sería un buen ejercicio que nos conocieran un poco más de cerca, más allá de los textos que publicamos. Por eso, en un par de mensajes de WhatsApp que intercambiamos hace dos semanas, decidimos prepararnos una lista de preguntas sobre cosas que cada una de nosotras quería saber de la otra.
La semana pasada publicamos las respuestas a las preguntas que Romi me hizo. Esta semana, Romi contesta mis preguntas.
¡Feliz lectura!
-¿Cómo era la Romina chiquita, de unos diez años?
A esa edad andaba en bicicleta con mis hermanos, lo único que ocupaba mi cabeza era merendar (el café con leche y las galletitas o medialunas que comemos en Argentina a eso de las 5 de la tarde) y pasaba fines de semanas hermosos en el barrio o en el jardín de la casa. También jugaba al Mario Bross en Nintendo, donde aprendí a hacer vidas infinitas saltando sobre la tortuga cuando Mario subía las escaleras.
-¿Qué se imaginaba la Romina de 20 años que estaría haciendo la Romina de 40 años?
No sé si alguna vez lo pensé seriamente. Creo que no. Sí sabía que la parte profesional para mí era importante, pero, por ejemplo, cuando era chica yo no quería ser periodista, tampoco lo pensé cuando llegué a mis 20. Cuando empecé el colegio secundario, me fascinaba todo lo que tenía que ver con Medicina y me la pasaba viendo programas de salas de emergencia en Discovery Channel. A los 17 creía (erróneamente) que lo estudiara iba a definir mi vida, me agarró miedo y arranqué a pensar en otras opciones. Me metí a estudiar Derecho y dejé antes de entrar a la carrera.
-¿Cómo fueron tus años de universidad?
Un puñado de años que disfruté muchísimo. Siempre recuerdo cómo decidí estudiar lo que finalmente estudié luego de ver que Derecho no era lo mío. Me gustaban varias cosas al mismo tiempo y no podía decidirme, así que cuando me fui a inscribir, tomé la hoja donde tenía que marcar la carrera a cursar, le di un par de vueltas y dije: “Comunicación Social”. Mágicamente funcionó.
Estudiar en universidad pública me abrió la cabeza. Leer todo lo que leí, me ayudó a pensar, a entender los grises y a ver el mundo de otra manera. Tengo un chiste con mis amigas. Siempre digo que la facultad me dio dos títulos, el de la carrera y el de “Ahora estás preparada para la vida”, porque como le pasa a todos, la universidad pública te va dando herramientas para, entre otras cosas, defender tus ideas sin miedo. ¿Hay algo que nos empodere más que estudiar? No lo creo.
Aquí un buen resumen de lo que recuerdo de esos años:
Juntarnos a estudiar con mis amigos en el Bar Río de Villa Crespo y pedir licuado de banana y un tostado.
Hojas manchadas con mate y apuntes al margen de los textos que después no entendía.
Pilas y pilas de apuntes en mi cuarto que se caían cuando quería mover algo.
Horas de estudio en el tren, yendo a Capital Federal.
Mucho sacrificio, pero también mucha satisfacción.
También recuerdo con bastante cariño a la Biblioteca Nacional. Gracias a ella me recibí. La biblioteca tiene un piso donde podés llevar tu mate y estudiar. Ahí pasé unos cuantos meses y me ayudó mucho a concentrarme cuando ya sentía que no tenía más cabeza para hacerlo.
-¿Cómo escogés entre tu madre y tu padre para ir por un consejo? ¿En qué situaciones buscás a uno o al otro?
Mi viejo es súper pragmático y cuando estoy enroscada o dándole muchas vueltas a algo y me estoy complicando innecesariamente, lo busco. Me dice lo que ya sé, pero funciona para que avance. Mamá es más de ayudarme a pensar en otros elementos que tienen que ver con mi bienestar emocional o el equilibrio. Recurro a ellos cuando necesito otra mirada sobre un asunto y en situaciones muy puntuales. Soy muy independiente en general, pero cuando estoy mal, sin decir una palabra, los dos tienen como un GPS invisible que les dice que yo puedo no estar muy bien y siempre aparecen con un mensaje de “Hija, ¿cómo estás?¿Todo bien?”.
-¿Qué diferencias y similitudes tenés con tu hermano y con tu hermana? (Me crié como hija única, así que esta pregunta me genera mucha curiosidad)
Los tres somos súper responsables y muy nerds. Cada uno en lo suyo, pero desde chiquitos bastante estudiosos. También nos gusta música muy similar. U2, por ejemplo. Lo loco es que a pesar de compartir muchísimas cosas también somos súper distintos. Yo digo que somos el agua, el aceite y el vinagre. Ellos aman el fútbol, yo no. No puedo ver ni cinco minutos de un partido. Mi hermana es más de carácter fuerte, mi hermano más de “la evidencia dice” y yo siempre soy la más conciliadora.
Armé un chat de WhatsApp para preguntarles si me estaba olvidando de algo más. Los dos dijeron que el patrón común es que somos impacientes, también. Yo creo que quisieron decir “ansiosos”.
-¿Por qué tus mejores amigos/as son tus mejores amigos? ¿Qué les hace ser tan cercanos/as?
Porque nos ponemos contentas/os por los logros del otro, nos acompañamos con las palabras y frases que nos dejan pensando en los malos y porque disfrutamos de nuestra compañía sin demasiados lujos. Además, podemos no vernos durante meses, pero cuando nos reencontramos no hay distancias, nadie se enoja y el vínculo es tan hermoso como la última vez que nos vimos.
-¿Qué es lo que más admirás de vos misma?
Creo que ese no volver para atrás en decisiones importantes que tomo en mi vida.
Soy un poco “para dentro” y mis procesos de decisión pueden llevarme un tiempo, pero siempre llega ese día en el que me despierto y digo: “Ya está”. Es una especie de “Momento Eureka” para mí donde todo de repente es súper claro después de meses.
-¿Cómo es para vos un buen día?
Cualquier día en el que me hago un espacio para mí. Por ejemplo: cuando los lunes y jueves voy a Pilates y paso por el mercado de mi barrio a tomar un café. 1h 30 min sola conmigo misma. Un placer. No me gusta abandonarme ni abandonar mis espacios y cuando algo se me desajusta en el día y me voy muy al carajo con las horas de trabajo, siempre busco compensarme. Me parece clave para la salud mental y física (y me llevó años entenderlo y asimilarlo).
Si es fin de semana, en general, no me gusta tener planes y tiendo a rechazar cenas o juntadas. Ya sé, rarísimo, pero me gusta que esos dos días sean distintos a los días que trabajo, que no tengan agenda.
-¿Cómo es tu proceso de escritura?
Nada lineal, jaja. Muchas veces escribo un sábado a la noche (el día menos pensado). Otras, voy armando el borrador en la semana, lo trabajo en distintos momentos, llega el finde, siento que está re trabado y me tomo una ducha porque aunque no lo crean, en ese momento de no hacer nada, aparecen las ideas. Luego de eso, vuelvo a la compu y escribo algo desde cero, descartando todo lo anterior.
Estas respuestas, por ejemplo, las fui redactando a lo largo de cinco días. En otros casos me siento en la compu y todo fluye en 30 min. Resumen: casi nunca sé en qué momento voy a escribir ni cómo va a terminar la cosa.
-¿Cuál es tu película favorita? ¿Por qué?
Acá se van a reír. Cualquiera de Liam Neeson. De hecho, les confieso algo. Desde que nos mudamos a España, nuestro mejor plan de Navidad es ir a a comprar quesos, un buen vino y esperar a las 12 de la noche viendo sus películas. Me da muchísima felicidad eso.
-¿Cuál es ese lugar al que te gustaría volver?
Uno grabado en mi memoria. Las caminatas con mi abuelo Gino por Boulevard Oroño en Rosario, con charlas hermosas de la vida y paradas intermedias en donde mi abuelo simplemente miraba arriba para contemplar lo lindo de los árboles. Amaba profundamente a mi abuelo, tomábamos mates juntos, nos reíamos, me contaba los primero años de su familia en Argentina, cuando llegó desde Italia y me dejó hermosas lecciones de vida.
Me encantó 🌺 Qué lindo no saber cómo termina el proceso de escritura.